De un tiempo a esta parte, papá Estado se preocupa mucho de nosotros: no fume, beba agua a todas horas, haga deporte, no lo haga con calor, rebaje el consumo de sal, tome cinco raciones de frutas y verduras al día.... ¿Le suena? Vaya por delante que jamás en mi vida he fumado, ni bebo alcohol desde hace años y, por si esto fuese poco, buena parte de mi presupuesto lo gasto en fruterías y herbolarios (no por moda, sino porque siempre he sido más herbívora que omnívora, ¡nadie es perfecto!) Pero han pasado bastantes años desde que me hice mayor de edad y los consejos de mis padres dejaron de ser órdenes, para convertirse en sugerencias y opiniones, con mi correlativo derecho a discrepar cuando estimo que andan equivocados.
En el uso del lenguaje también se nos dicta cómo hay que hablar y escribir, no porque los políticos estén precupados por la cantidad de soeces que la gente es capaz de decir en una frase corta, ni por los errores ortográficos que salpimentan letreros públicos, rótulos de telediarios y noticias de periódico. No, eso no les preocupa. Lo que quieren es darnos visibilidad a las mujeres, lo cual resulta encomiable, ya que durante siglos hemos estado apartadas del lugar que nos correspondía, pero nos lleva demasiadas veces a situaciones bastante chuscas, por no decir demenciales.
De sobra es sabido cómo se construye en español el plurar genérico, así como la posición de la RAE sobre el abuso de determinadas fórmulas reiterativas y el empleo de arrobas sin ton ni son (@ es la abreviatura de la cuarta parte de un quintal; nada que ver, por tanto, con el lenguaje, sino con las unidades de pesas y medidas) No obstante, la corrección política lleva a muchos a traicionar su lengua y a construir frases que, de seguir así, nada tendrán que envidiar a las que, injustamente, los directores de western antiguos ponían en boca de los indios. Al hilo de esto, la última (por ahora) recomendación ministerial consiste en aplicar el termino "criaturas" a los recién nacidos, composición gramatical esta que debemos desterrar. A mí no me parece mal que se amplíe el vocabulario del españolito medio y que se nos recuerde que una acepción de la palabra "criatura" se refriere a los bebés (no sé si ahora estará bien visto decirlo así) Todo sea por la educación del pueblo. Aunque, lamentablemente, estas invitaciones a utilizar la lengua en un determinado y dirigido sentido nos llevan al encorsetamiento y empobrecimiento de la misma. Se ha perdido en España el gusto por la precisión léxica (¡cuánto envidio aún a los hispanoamericanos!), por no hablar de la semántica.
Volviendo a las "criaturas", así se ha designado muchas veces a los fetos y a cualquier persona a la que se haya querido tratar de manera peyorativa o burlesca: en los anales de nuestra historia reciente quedan las referencias de Joaquín Leguina a Alberto Ruiz Gallardón como "la criatura". Pero la criatura de las criaturas, la criatura por méritos propios, el prototipo de criatura desde el siglo XIX hasta hoy, ha sido la de Frankenstein. ¿Cómo habremos de llamarla ahora? ¿Enmendaremos la obra de Mary Shelley?