El aire me hará cometa para elevarme sobre las nubes
y el sol me acunará silente cuando el cénit disuelva las sombras.
Seré cometa y sueño con que tú también lo seas…
cometas sin bridas para llevar color a los días de invierno
y que la gente agite sus pañuelos al vernos,
que los perros nos ladren de alegría,
y los ancianos de las tribus nos bauticen con aliento de céfiro.
¿Qué nombre te pedirás, entonces, cometa que me acompaña?
¿Cómo sabremos, las estrellas y yo, dirigirnos a ti?
Lo que no se nombra aún no ha nacido y yo quiero que vivas
en las constelaciones de espuma que sembraron con fe los argonautas.
NOTA: Este poema es la respuesta al reto lanzado para escribir acerca de qué haré cuando termine el confinamiento por el estado de alarma decretado gubernamentalmente, sin pasarme de los quinientos caracteres.
Fotografía ©️Amparo Quintana. Madrid, 2 de noviembre de 2019