El otro día asistí al preestreno de la película “Ghadi”, un film
libanés que recomiendo a quienes, como yo, creen en la magia de los pequeños
actos diarios…. siempre que esa magia proceda de individuos ajenos a la multitud
y sean capaces de tomar la delantera. Sin desvelar la trama, contaré que uno de
sus hilos conductores me reafirmó lo que pienso: la masa necesita creencias
comunes para sentirse felices.
Esto me llevó a recordar otra peli que vi en mayo “Una paloma se
posó en una rama a reflexionar sobre la existencia”, de Roy Andersson. En ella,
su director nos muestra en un tono menos mediterráneo cómo somos los humanos o,
mejor aun, cómo aparentamos ser a los ojos de una paloma observadora. En este
sentido, tal vez la sociedad no sea más que una cadena de mitos cuidadosamente
engarzados, como la búsqueda ansiosa y desenfrenada de la felicidad, tarea a la
que las personas dedican prácticamente la totalidad de su tiempo, descuidando
quizás el sosiego que les traería caer en la cuenta de que la felicidad no es
un fin ni un derecho, sino mucho más: la esencia misma de otras capacitaciones
y cualidades que nos pueden hacer la vida más llevadera.
Cada cual tendrá una forma u otra de perseguir esa felicidad, pero
en el fondo lo que todos anhelamos es el sosiego de sentirnos en paz con
nosotros mismos. No hace mucho, una persona me confesó que rara vez estaba
conforme con lo que hacía, pues siempre le asaltaba la idea de que las cosas podrían
haber sido mejores. Culpa y arrepentimiento se dan la mano muchas veces para
quitarnos el sueño, sobre todo porque no siempre se resuelve este binomio con
un castigo, como cuando éramos pequeños. Hemos dejado la infancia para asumir
responsabilidades y la mayor de todas es bailar con la música que elegimos,
aunque nos equivoquemos de danza, hasta que podamos cambiar la coreografía.
La historia de la humanidad está repleta de actos infames, pero también
de chispas aisladas que salvan del naufragio a quienes no se conforman con lo
obvio, pues la vida es eso: nadar hasta alcanzar la orilla. Quítate el peso
superfluo.
NOTA sobre la fotografía: provincia de Segovia, 2-8-2015
NOTA sobre la fotografía: provincia de Segovia, 2-8-2015