Regreso a casa y escucho en la radio, por fin, una buena noticia: el cese definitivo de casi medio siglo de acciones terroristas. Curiosamente, a mediodía recordé este artículo y esta entrevista, que he tenido bien presentes desde que los leí. Espero que nada se tuerza y que todo el proceso culmine en una solución aceptada por cuantos son parte en él. Aún queda trabajo, pero llevar la paz es el mejor de los trabajos.
Seguidamente me entero de que han matado a Gadafi algunos de esos libios que, durante décadas, estuvieron sometidos a los dictados de ese sátrapa (por cierto, denostado o alzado por los gobiernos occidentales, según soplara el viento de los pozos petrolíferos y de las reservas de gas). En la tele veo gente alzar los brazos, bailar y hacer gestos de alegría por esta muerte. Pero yo, que en el colegio abjuré para siempre de las teorías tiranicidas, he sentido rechazo hacia esa manera de hacer justicia.
Son dos caras de una misma moneda, dos formas diferentes de cortar cadenas. Yo sé cuál elijo, ¿y tú?