Hace un año que comencé a escribir estas entradas. Desde entonces han pasado muchas cosas, pero siento como si la tierra hubiese estado quieta, sin tan siquiera girar sobre sí misma. Al fin y al cabo, me azuzan hoy los mismos anhelos que hace doce meses. Será que a partir de cierta edad los cambios resultan imperceptibles.... epur si muove, que dijo Galileo.
Tras la desgracia que se cierne sobre Japón, se ha abierto una ventana de esperanza a través de la iniciativa de las mil grullas. Para quienes aún no sepan de qué se trata, les dejo este enlace donde informarse: http://las1000grullas.wordpress.com/. En el fondo, se trata de un ejercicio de paciencia, un mantra papirofléxico de buenos augurios, un acto de desapego. Cada vez que alguien pliega el papel hasta darle la forma requerida, eleva su voz en silencio, pidiendo clemencia a los dioses con un pueblo nipón tanta veces castigado.
NOTA: Hoy también mando una grulla a Guerrero Zen del Té Rojo. Espero que se recupere pronto de una delicada operación a la que se sometió ayer.